Friday, October 14, 2005

EL TRABAJO OS HARA LIBRES CUANDO LO DEJEIS

Hablare de mi padre, quien de joven puso su semillita en terreno baldío.
Bueno, voy a hablar del que me dio el apellido, porque no estoy seguro de quien era mi padre real.
Mamá me dijo que yo fui un bebe probeta, porque ella iba probando hombres hasta que se quedo preñada.

También me contó que papá trabajaba como pediatra en un campamento de verano del gobierno Alemán en los años 40. Paso felices años allí y aprendió muchas cosas nuevas. Hasta que tuvo un problemilla de trabajo (cambiaron los dueños de la empresa en el 45) y tuvo que emigrar a Brasil.

En la foto, poco antes de empezar una operación, con su instrumental.
Operaba desnudo porque le gustaba notar la sangre salpicando su piel, ese hombre era un enamorado de su trabajo.
También hacia divertidos experimentos con los niños, pero solo con los que sobraban, los repes, vamos, los gemelos. ¡Cómo gritaban las madres! ¡Que avariciosas! Aunque ya se sabe que las madres son muy exageradas para estas cosas.

Es mi ídolo.
Todos los hijos quieren emular a sus progenitores, dice el psicoanálisis.
Y mejor dejarlo ahí porque si le haces caso al Freud luego te toca matar al padre, follarte a la madre, castrar a tu hermano, envenenar a los cuñaos y hasta sodomizar a la abuela
Para el psicoanálisis los traumas no se acaban jamas aunque yo pienso sencillamente que la gente es gilipollas. Por eso hay tanto psicoanalista argentino.

Como decia, yo quería ser una figura importante y respetada en un campamento de verano de exterminio.
Pero lo más que llegué es a guardia jurado en un matadero de pollos.

Llegaban los camiones cargados de gallinas, alborotándolo todo con sus gritos, y un poco después salían llenos de cadáveres de pollo, en un magnifico silencio, mientras las almas de las gallinas salían por la chimenea.
Era mi pequeño auswitch. Mi dulce paraíso privado.
Cada gallina judía de esas era pillada por un gancho por las patas, se la electrocutaba con un magiclick gigante, se la pasaba por agua hirviendo, era desplumada y finalmente se la destripaba pa sacarle las entrañas.

Fue fácil manipular la maquina del calambrazo para que no les metiera tanto voltio, para que disfrutaran del resto de su paseo por el túnel del amor del matadero.
Ojo, solo lo hice para ver en que fase del circuito dejaban de chillar. Curiosidad científica.

El cabrón del jefe se entero de que había manipulado la maquinita de calambrazos y me echó, aunque nunca confío en mí.
Hizo borrar la pintada de "El trabajo os hará libres" que puse en la puerta, me miraba con el rostro circunspecto cuando cogía alguna gallina disimuladamente y me la llevaba al lavabo, y no me dejaba gritarles en alemán a las rezagadas.

Pero paso de el.

Aun hoy, tengo en mi recuerdo a mis criaturitas emplumadas, y noto como las pechugas me observan desde dentro de las bandejas de corcho del supermercado y sé que me han perdonado en su fuero interno.

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